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Plano de la Fortaleza de San Felipe
Villacarlos / Puerto de Mahón (Menorca)



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Plano de la Fortaleza de San Felipe
Villacarlos / Puerto de Mahón (Menorca)



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Desembarco de las primeras fuerzas españolas
en Cala Mezquida.



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Curioso cuadro antiguo representando el asedio
al Castillo de San Felipe, en el camino hacia
Georgetown. En el fondo la fortaleza
circundado por la paralela.

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Otra curiosa representación del mismo episodio.



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FORTALEZA DE ISABEL II
LA MOLA DE MAHÓN
Puerta de la Reina.



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Retrato del General británico Blakeney,
jefe de las fuerzas británicas en Menorca.

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Louis Balbs Berton Duque de Crillón,
según grabado de la época.



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El Castillo-Fortaleza de San Felipe
visto desde la Mola.

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El Castillo-Fortaleza de San Felipe
visto desde la Mola durante su asedio.





:: POSICIÓN LLUCALARY :: 
... Un Recuerdo: Página 1.

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INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES

 

La importancia del puerto de Mahón fue reconocida desde época lejana, y al reinado de Felipe II se debe la idea de construir obras defensivas en su bocana. El origen de tal iniciativa, y la necesidad de fortificar otros puntos de la costa en aquel tiempo, fueron las continuas agresiones de piratas argelinos y sobre todo la del corsario Barbarroja, que al asaltar el pueblo de Mahón ocasionó una terrible hecatombe. Dieron principio las obras mencionadas en 1554, con la construcción del Castillo de San Felipe.

Llegaron los ingleses en Septiembre de 1708 con el sano pretexto de conquistar a Menorca para el Archiduque Carlos de Austria y, al contemplar "in situ" el maravilloso paisaje menorquín, quedaron tan prendados de él que ya no quisieron marcharse; igual que en Gibraltar. Bien orgullosa estaba Inglaterra de poseer en el Mediterráneo el magnífico puerto de Mahón.

Cansadas las naciones de sufrir los ataques de la poderosa Albión, cuyo norte era enriquecerse con las presas de buques en alta mar y el pillaje en todas partes, resolvió al fin la Francia apoderarse de Menorca; lo que realizó en Abril de 1756.

Hecha la paz y a consecuencia del tratado que se firmó en París a principios de 1763, volvió Menorca a poder de los ingleses. Pero, fueron esta vez los españoles los que, desembarcando en Cala Mesquida y Alcaufar, lograron ocupar toda la isla el 6 de enero de 1782, firmándose treinta días después la entrega.

Tanto ingleses, como franceses y españoles, se defendieron de sus adversarios de la misma manera. La táctica se reducía, con pequeñas diferencias, a correr y replegarse las tropas al fuerte de refugio cuando los vigías anunciaban la proximidad de la escuadra enemiga.

Y sucedía lo que era de esperar: Llegaban las escuadras a puntos de la costa desamparados y, con mucha tranquilidad y no menos flema, desembarcaban un ejército, en ocasiones más reducido que la guarnición que tenía la Isla; el ejército invasor circulaba con entera libertad por Menorca, hallando recursos que sumaba a los que recibía de sus escuadras; mientras, la defensa, sin más campo que su guarida, consumía víveres en putrefacción almacenados de largo tiempo y los que podía acaparar en la retirada al Castillo. Quizás fue esta la razón por la que, antes de que abandonara la Isla el Duque de Crillón, empezaron los trabajos de demolición del colosal e "inexpugnable" Castillo de San Felipe, ante la fuerte impresión de los lugareños y del mundo entero, en especial de los rusos que le tenían puesto el ojo.

Demolida por completo la Fortaleza de San Felipe, y pasados unos siglos, quiso volver España a esta política de fortificación. Efectivamente: en el año 1849 comenzaron los trabajos de la célebre Fortaleza de Isabel II, asignándole tres objetivos a cual más importante:

1º y principal: Defender el puerto.

2º Constituir la base de operaciones de todo el Ejército de la isla.

3º Servir de reducto de seguridad, en último termino, a dicho Ejército.

La Fortaleza de la Mola, concebida para ser un nuevo Gibraltar cuyo solo nombre sembrara la admiración, el espanto y el temor por todo el mundo, quedó obsoleta antes de la inconclusa terminación de sus obras. La mayoría de los cientos de piezas que debían de artillarla quedaron anticuadas, dormidas sobre polines a la intemperie antes de ser montadas en sus asentamientos.

Después del desastre de 1898, y si la misión que tenían que cumplir las defensas acumuladas en las costas era mantener alejadas las escuadras que intentaban asediarlas, resistir a los ataques de todo genero y oponerse a un desembarco: la isla de Menorca, como otras tierras españolas ya perdidas, a principios de nuestro siglo estaba a merced de cualquier enemigo.

Sin contar el puerto de Mahón, la isla tenía varios puntos en su costa por donde fácilmente podría saltar a tierra un ejército goloso. Entre estos varios puntos pueden citarse, en primer término, las calas de Alcaufar y Molí, elegidas por los ingleses en 1708 y 1798; el puerto de Ciudadela, adonde arribaron los franceses en 1756; la cala Mesquida, que utilizaron los españoles en 1781; el puerto de Fornells, bombardeado y ocupado su Castillo por los ingleses en 1708; y otras que, por no haber sido utilizadas en la historia, no dejaban de ser menos accesibles con la entrada del nuevo siglo: Punta Prima, las calas de la zona de Santa Galdana y, sobre todo, las extensas playas de Son Bou y Talix (varias veces utilizadas para las rápidas incursiones corsarias).

Tratar de hacer obras y artillar esos sitios, y las partes del litoral que permitían el acceso al adversario, sistema impensable a finales del siglo anterior, fue la gran empresa que se acometió a principios de la centuria actual; para ello se invirtieron las grandes sumas y esfuerzos que exigió la construcción y artillado de las modernas baterías de costa, a pesar de la diseminación de fuerzas y recursos que llevó consigo tal sistema: Se ideó para ello un Gabinete de Juntas que acelerara los trámites burocráticos que habían dado al traste, anteriormente, con tantas loables iniciativas. 

 

FIN de la Página 1.
Posición Llucalary: Un Recuerdo.
Jesús Hernando Bayo
©1995


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