INTRODUCCIÓN
Y ANTECEDENTES
La
importancia del puerto de Mahón fue reconocida desde época lejana, y al
reinado de Felipe II se debe la idea de construir obras defensivas en su bocana.
El origen de tal iniciativa, y la necesidad de fortificar otros puntos de la
costa en aquel tiempo, fueron las continuas agresiones de piratas argelinos y
sobre todo la del corsario Barbarroja, que al asaltar el pueblo de Mahón
ocasionó una terrible hecatombe. Dieron principio las obras mencionadas en
1554, con la construcción del Castillo de San Felipe.
Llegaron
los ingleses en Septiembre de 1708 con el sano pretexto de conquistar a Menorca
para el Archiduque Carlos de Austria y, al contemplar "in situ" el
maravilloso paisaje menorquín, quedaron tan prendados de él que ya no
quisieron marcharse; igual que en Gibraltar. Bien orgullosa estaba Inglaterra de
poseer en el Mediterráneo el magnífico puerto de Mahón.
Cansadas
las naciones de sufrir los ataques de la poderosa Albión, cuyo norte era
enriquecerse con las presas de buques en alta mar y el pillaje en todas partes,
resolvió al fin la Francia apoderarse de Menorca; lo que realizó en Abril de
1756.
Hecha
la paz y a consecuencia del tratado que se firmó en París a principios de
1763, volvió Menorca a poder de los ingleses. Pero, fueron esta vez los españoles
los que, desembarcando en Cala Mesquida y Alcaufar, lograron ocupar toda la isla
el 6 de enero de 1782, firmándose treinta días después la entrega.
Tanto
ingleses, como franceses y españoles, se defendieron de sus adversarios de la
misma manera. La táctica se reducía, con pequeñas diferencias, a correr y
replegarse las tropas al fuerte de refugio cuando los vigías anunciaban la
proximidad de la escuadra enemiga.
Y
sucedía lo que era de esperar: Llegaban las escuadras a puntos de la costa
desamparados y, con mucha tranquilidad y no menos flema, desembarcaban un ejército,
en ocasiones más reducido que la guarnición que tenía la Isla; el ejército
invasor circulaba con entera libertad por Menorca, hallando recursos que sumaba
a los que recibía de sus escuadras; mientras, la defensa, sin más campo que su
guarida, consumía víveres en putrefacción almacenados de largo tiempo y los
que podía acaparar en la retirada al Castillo. Quizás fue esta la razón por
la que, antes de que abandonara la Isla el Duque de Crillón, empezaron los
trabajos de demolición del colosal e "inexpugnable" Castillo de San
Felipe, ante la fuerte impresión de los lugareños y del mundo entero, en
especial de los rusos que le tenían puesto el ojo.
Demolida
por completo la Fortaleza de San Felipe, y pasados unos siglos, quiso volver
España a esta política de fortificación. Efectivamente: en el año 1849
comenzaron los trabajos de la célebre Fortaleza de Isabel II, asignándole tres
objetivos a cual más importante:
1º
y principal: Defender el puerto.
2º
Constituir la base de operaciones de todo el Ejército de la isla.
3º
Servir de reducto de seguridad, en último termino, a dicho Ejército.
La
Fortaleza de la Mola, concebida para ser un nuevo Gibraltar cuyo solo nombre
sembrara la admiración, el espanto y el temor por todo el mundo, quedó
obsoleta antes de la inconclusa terminación de sus obras. La mayoría de los
cientos de piezas que debían de artillarla quedaron anticuadas, dormidas
sobre polines a la intemperie antes de ser montadas en sus asentamientos.
Después
del desastre de 1898, y si la misión que tenían que cumplir las defensas
acumuladas en las costas era mantener alejadas las escuadras que intentaban
asediarlas, resistir a los ataques de todo genero y oponerse a un desembarco:
la isla de Menorca, como otras tierras españolas ya perdidas, a principios de
nuestro siglo estaba a merced de cualquier enemigo.
Sin
contar el puerto de Mahón, la isla tenía varios puntos en su costa por donde
fácilmente podría saltar a tierra un ejército goloso. Entre estos varios
puntos pueden citarse, en primer término, las calas de Alcaufar y Molí,
elegidas por los ingleses en 1708 y 1798; el puerto de Ciudadela, adonde
arribaron los franceses en 1756; la cala Mesquida, que utilizaron los españoles
en 1781; el puerto de Fornells, bombardeado y ocupado su Castillo por los
ingleses en 1708; y otras que, por no haber sido utilizadas en la historia, no
dejaban de ser menos accesibles con la entrada del nuevo siglo: Punta Prima,
las calas de la zona de Santa Galdana y, sobre todo, las extensas playas de
Son Bou y Talix (varias veces utilizadas para las rápidas incursiones
corsarias).
Tratar
de hacer obras y artillar esos sitios, y las partes del litoral que permitían
el acceso al adversario, sistema impensable a finales del siglo anterior, fue
la gran empresa que se acometió a principios de la centuria actual; para ello
se invirtieron las grandes sumas y esfuerzos que exigió la construcción y
artillado de las modernas baterías de costa, a pesar de la diseminación de
fuerzas y recursos que llevó consigo tal sistema: Se ideó para ello un
Gabinete de Juntas que acelerara los trámites burocráticos que habían dado
al traste, anteriormente, con tantas loables iniciativas.
FIN de la Página 1.
Posición Llucalary: Un Recuerdo.
Jesús Hernando Bayo
©1995